Pinceladas de ti
El que hizo que la intensidad
acabara nublándome la mente
fue un matiz extraño,
un color castaño
que podría compararse con la miel.
Fue el tono rojizo
que con el paso del tiempo pasó a ser
equiparable con la sangre,
que quedó impregnado en toda mi piel.
Tornó a un violeta
y mis anclajes quedaron quietos
y algo tan tósigo y ponzoñoso
me penetró en cada vena.
Las mareas trajeron consigo la calma
y el azul pintó la paredes,
el mundo se quedó en redes
y el resto resbaló por mi espalda.
No sé si fueron las mezclas
o si colocamos todo sobre la paleta,
pero suplicaba por que vieras
que nos convertíamos en negro.
Separamos todos los pigmentos
y la pintura pasó por todas sus gamas,
hasta que la iridiscencia
empezó a formar los cimientos.
Despedimos la opalescencia
y mudamos nuestros tintes,
surgieron los primeros despintes
y la luz a nuestros ojos amarillecía.
Después de tanto color
acabamos siendo
del color de las lágrimas,
transparente.